Había una vez un árbol

Detrás de la vieja fábrica Crybsa, en la esquina de Santos Vega y la Pampa, frente a barrio Malvinas Argentinas, el Municipio dispuso un loteo para poseedores de créditos PROCREAR. En línea paralela a la calle Santos Vega había una hilera de árboles de eucalipto que fueron arrancados. Esta nota no trata sobre esos árboles que ya no están sino que intenta ir más allá y que los eucaliptos, que ya son leña, sirvan para alimentar el fuego donde se cocine una respuesta a la pregunta: ¿Qué ciudad queremos?

La tala de eucaliptos que llevó a cabo el Municipio generó comentarios encontrados de vecinos que discutieron a partir de fotos publicadas en Facebook. Esta discusión es inerte en tanto que los árboles ya fueron cortados. En cambio sería productiva si deriva en un planteo sobre qué tipo de ciudad queremos para, nada más y nada menos, vivir. ¿Quién tomó la decisión de talar los árboles y por qué? ¿Con qué criterio? ¿Siguiendo qué planificación? ¿A quiénes se consultó; a los vecinos, a los futuros vecinos, a técnicos? ¿Cómo continuará el crecimiento urbano, sobre la naturaleza o con la naturaleza?

Años atrás el valle no era como es hoy. Hace noventa años se vislumbró la necesidad de un trazado de riego para volver productivas las tierras y, además, una cortina de álamos para mantener la humedad, cortar el viento y aliviar las temperaturas en los veranos. O sea, hubo un plan: volver más habitable, por necesidad, el entorno para las personas que llegaron a instalarse.

Hace tiempo la tendencia se revirtió. Sin plan (planificación urbana) y con decisiones unilaterales se avanza hacia no se sabe dónde total a quién le vamos a reclamar dentro de treinta años. Que el árbol no te tape el bosque no significa que talar el árbol para ver qué hay detrás, sino “elevar” el punto de vista para ver qué se encuentra más allá.

Un grupo de arquitectos de la localidad consideró que se podría haber resuelto el trazado del loteo respetando los eucaliptos que se encontraban allí. Si bien las opiniones de los profesionales fueron distintas (desde aquel que apoyó talado hasta aquel que propuso dejarlos para, por ejemplo, emplazar un espacio verde) sí hubo coincidencia en que, para dejarlos, se requería planificación, esfuerzo y creatividad.1-9

La arquitectura (el diseño urbanístico) no consiste sólo en trazar líneas sobre un plano sino que intenta comprender la relación que establece el ser humano con la ciudad que habita con el fin de lograr que el espacio urbano sea amable, que se pueda vivir y no sufrir. No es matemática sino humanística. En un extremo opuesto se puede ubicar a la especulación inmobiliaria desde donde se busca que un trozo de tierra para viviendas arroje la mayor ganancia posible.

Teóricamente, explicaron los arquitectos consultados, el 5 por ciento del espacio urbano se debería destinar a espacio verde. Sin embargo, en Regina estos espacios se subestiman porque está rodeada de chacras y parece suficiente pero la población se concentra y circula en la ciudad.

En este caso un trabajo de planificación debe tener en cuenta los flujos de circulación peatonal porque necesitan protección y “de por sí, Regina no ha tenido una política de forestación y no la tiene”, remarcaron los profesionales. Para ello es necesario contar con un organismo de planificación que hoy no existe.

Un avance importante en esta materia fue la realización del Proyecto Regina del cual pronto se conocerán los resultados finales donde se establecen guías para el crecimiento planificado. Pero sin un ente de planificación que continúe el trabajo será muy difícil de aplicar. Además deberá ser independiente de los caprichos y negociados de los políticos de turno.

Respetar la identidad local también es incumbencia de la urbanística. Una ciudad y sus habitantes tienen una historia singular, única e irrepetible que se materializa en el espacio natural donde se asientan. En este sentido, no sólo existe el patrimonio arquitectónico sino que existe el patrimonio ambiental y paisajístico que establece una relación entre el asentamiento urbano con los elementos geográficos que tenemos como las bardas, el salado y el río y, por ejemplo, las alamedas introducidas por el mismo hombre que, como se mencionó anteriormente, no están ahí sólo para el goce visual. “En una ciudad austral como esta, realmente no haber atendido el tema de la forestación urbana es triste”, señalaron los arquitectos. En el fondo es una cuestión de valores y valoración.

La trama verde que integra a los distintos puntos de una ciudad se debería pensar dentro de un sistema de circulación que componga un tramado. Son elementos paisajísticos “muy fuertes” que hacen a la estructura de la localidad y no deberían pensarse hechos aislados o porque una ordenanza determine que el 5 % del espacio de un loteo se deba reservar para tal fin, explicaron los arquitectos.

En las grandes urbes, donde la densidad de población y cemento es mayor, se están buscando soluciones como las terrazas verdes (un jardín en la terraza de un edificio) porque, por ejemplo, la concentración de calor en verano tiene como consecuencia la necesidad de refrigeración, lo que aumenta el consumo de energía. Regina es joven y no sabemos qué dimensiones tendrá dentro de 90 años y allí radica la importancia de responder la pregunta: ¿Qué ciudad queremos?

¡Árboles! ¿Para qué?

Consultados ingenieros agrónomos sobre la importancia de las alamedas en la localidad indicaron que su función principal es proteger los frutales de los vientos que predominan del sudoeste. Históricamente rodeaban el perímetro productivo pero cuando la madera comenzó a adquirir valor se comenzaron a dejar únicamente aquellas que cortaban los vientos predominantes. Más adelante algunas chacras se quedaron sin alamedas. “Allí se ven claramente cuáles son los perjuicios, sobre todo hay predominancia de asoleado de la fruta en verano, la presencia de plagas que eran detenidas por las cortinas de álamos y sobre todo cómo afectan los vientos a la floración”, explicaron.

Teniendo en cuenta que la zona urbana se está expandiendo sobre la zona rural, los agrónomos consideraron que lo ideal sería mantener las cortinas de álamos en los nuevos loteos. “Si son muy viejas se pueden replantar. El replantado del álamo es muy fácil y crece rápido”, señalaron.

Además, consideraron que falta conciencia sobre la importancia de tener un arbolado urbano. Esto se puede ver, por ejemplo, en los loteos recientes sobre General Paz. Antes de construir ya tendrían que estar plantando árboles, esto se ve poco”, agregaron.

Son necesarios no sólo por la sombra que brindan (cuando llega el verano lamentamos su presencia),  el árbol es una forma de vida que contribuye al recambio de oxígeno en la atmósfera.

Por otra parte, atraen aves que son las que controlan a los insectos. “A la sombra de un árbol la temperatura baja hasta 10 grados”, aclararon.  Otra función fundamental es proteger al suelo de la erosión que generan la lluvia y el viento, sobre todo la capa fértil que es la más expuesta por ser superficial.

De acuerdo a la especie, un árbol puede tardar 10 años en desarrollarse, teniendo en cuenta que hay variedades que se adaptan mejor a la zona y a las necesidades urbanas.

En este sentido, los ingenieros agrónomos recordaron que en Villa Regina se había encargado un estudio para determinar qué variedades plantar de acuerdo a las características de cada zona urbana, según el tipo de vereda y cómo proliferan las raíces. “Hay una serie de factores que hay que estudiar antes de comprar un árbol”, señalaron.

Con respecto a la poda que se realiza en la ciudad opinaron que es “drástica y a veces se arruinan los árboles”. “Lo ideal es sacar las ramas que estorban para circular por debajo o al cableado. El resto no hay que tocarlo. Vemos árboles totalmente mutilados que brotan muy tarde y se pierde sombra porque no tienen la misma cantidad de hojas que tendría un árbol más cuidado”, agregaron.

“He peleado con vecinos que dan más valor a un caño de PVC que a un árbol. Entonces en vez de cambiar el caño de PVC cambian un árbol,  cuando, en realidad, un árbol no tiene precio, no se puede dimensionar el precio de un árbol de 20 años, por ejemplo ¿Cuánto cuesta?”, había dicho el intendente Luis Albrieu el 27 de septiembre pasado cuando se conmemoró el día del árbol. Tiempo después arrancaron las motosierras.

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(*) Nota escrita para la edición 563 del Periódico La Comuna de Villa Regina.
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